miércoles, 20 de noviembre de 2013

Barbarie desatada


La verdad es que el espíritu civil del país ha sido puesto a prueba una y otra vez en Venezuela de manera reiterada y está siempre comprometido en la lucha para rescatarse a si mismo del ventajismo y las botas.

Una no entiende cómo pueden venezolanos iguales a nosotros, hijos de padres como nosotros salir a las calles y ver lo mismo que vemos nosotros y seguir manteniendo esa lejanía tan cruel con los mismos venezolanos que conforman esta Venezuela desgarrada, estos hombres, esta superioridad bastarda y política que contradice todos los ideales, todo lo enseñado en los hogares humildes que confiaron a sus hijos a hombres endiosados para servir a una patria que aunque les ofrecía mucho y les daba poco, era su Patria, y en ella estaba el orgullo y la alegría de vivirla, de enseñarla a los hijos, confiados en su compromiso daría frutos para ellos. Pero no. Fuera de sus espacios de entrenamiento, de formación, son otra cosa y son subordinados de la más vil maquinación jamás urdida contra Venezuela.

Lo que quieran en nuevos uniformes, algunos bastante ridículos, en banderas y banderines, armas – las más modernas-, dádivas para mantenerlos sometidos, y cuando salen de sus “guaridas”, como dice el “impugnado” Maduro, son enemigos de un pueblo indefenso, persiguen ciudadanos decentes convertidos en órdenes oscuras; se introducen en los hogares, rompen escritorios y archivos, acuchillan muebles y colchones y cargan con sus botines de computadoras, papeles, con las órdenes cumplidas bajo el brazo o persiguen mujeres, jóvenes disparan y matan, desconcertados ellos mismos de esa fragilidad humana que no se les puede resistir. Cae la madre… detrás la hija… cae el joven y después se asalta su hogar sin considerar respeto o edad. Se siembran pruebas. Se inventan magnicidios que sin seguimiento, aparecen y se olvidan, quedan en el libro negro de los militares que les mandan.
Se comienza, sin pudor, restregándole a civiles y militares cómo va a ser la cosa: y entre los primeros ministros colocan al asesino de guarda de Canal Ocho. Que es fotografiado con las manos tras el cuello acusado públicamente porque todavía no se había contaminado todo y se pudo ver…

Es la barbarie desatada.

Un respetado general es puesto de rodillas en la calle, apuntado por las armas nuevas. Otro tira al asfalto de la calle a una mujer, otros tiran “gas del bueno” a estudiantes, jovenes y ancianos mientras el Comandante demencial y feliz sonriendo y comiendo dulce de lechoza vocifera limosnas y consignas. Son sordos y ciegos a las vejaciones de palabra y obra a los otros venezolanos, sus mentes se han ido configurando para odiar al enemigo. El mismo actor se luce enfrentando jóvenes y después estos ven su nombre con el asunto de Air France.

Esos jefes son ministros, gobernadores, funcionaros de confianza.A estos muchachos, ignorantes o no, les toca ahora enfrentar el contraste entre una población civil que los creía incapaces de matarlos, de agraviarlos, y otra que ha llorado sus víctimas caidas a tiros en desencuentros y atropellos.

Hoy reciben miradas de dolor, de incomprensión y rencor. Para ellos, no son culpables. Deben obedecer. No hay manera que los coroneles sargentos, generales, cualquiera mas arriba del muchacho frágil y desconcertado, escape al señalamiento histórico que pende sobre sus cabezas.

El uniforme arrogante y el espíritu vacío de principios. Los hombros colmados de oros y estrellas y las manos curtidas de dinero y sangre.

!Hay mucho por hacer!

Columna original para Noticiero Digital.

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