viernes, 13 de septiembre de 2013

¡Que linda! ¡Que elegante! ¡Que informal!


Si estuviera en su casa no  llamaría la atención.
Aunque a usted le resulta difícil creerlo, esta posición que reafirma el gesto de la boca, es en el Congreso de la República de Venezuela, aunque ahora  se pretenda  cambiar todo en este País, ese recinto siempre es exigente, aún en   sus peores momentos hay un básico respeto por ser institucional y público o por lo menos es lo que los venezolanos representados en ellos, esperan.  Sin embargo, después de ser el escenario de teatros baratos, provocadores y de una extraña chabacanería que cuenta en sus más   recientes  actos a gorilas con chaquetas tricolor agrediendo opositores, empujando a una mujer y golpeándola en imágenes que bien recorrieron el mundo, acusando de redes de prostitución de niñas y adolescentes a sus oponentes sin más evidencias que su odio y su  infamia, no puede sorprendernos esta  “descangallada” imagen de la diputada.
Ese es el nivel hoy de la Venezuela pública en un poder que abusa, corrompe, amenaza.
En esa maniobra cínica y cruel  de confundir con limosnas, chabacanerías y agravios indecentes y desbocados  a la oposición creyendo que así es el propio pueblo manipulándolo en su necesidad y humildad,  ofenden  mientras lo incitan al odio y la venganza,  como si no quedaran todavía venezolanos decentes, honrados,  bondadosos, como si  la cada vez más  pequeña porción de Alienados,  comprometidos, hechizados sin defensa,  no hicieran contacto en algún momento con sus raíces  primeras, fundamentales...
Los venezolanos, pobres o ricos, blancos, mestizos o negros, católicos o no,  aspiran vivir mejor, salir de sus hogares cada día a un trabajo seguro, que sus hijos  se superen. No es con mediocridad, sin respeto, sin solidaridad, sin aspiraciones, sin seguridad de verlos regresar vivos, graduados, bien vestidos, limpios por dentro y por fuera. Ese empeño por  dar al pueblo un modelaje barato, ser procaz, irreverente, decir groserías, esa provocación que ultraja, eso no es el pueblo.
Me imagino, desde ese infinito desconocido, al parlamentario brillante que fue Andrés Eloy Blanco,    reflejo de su pueblo, decir de su pueblo, viendo  a esta desenfadada diputada: “el que nace barrigón...ni que lo fajen chiquito”.

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ISA DOBLES