miércoles, 26 de diciembre de 2012

Un 28 de Diciembre.....

Alejandro Oropeza Castillo
Yo no estaba aquí. Estaba en Washington con mi esposo y mis hijos.Comenzaba el “Día de los inocentes” y eso creí yo que significaba una llamada de un colega que por teléfono me preguntaba si yo sabía de un accidente de mi padre. Colgó ante mi desconcierto y dí por un hecho que era un chiste de pésimo gusto….Pero antes de recuperarme, de razonar siquiera, llamé a Raúl Nass, en la Embajada, estupendo amigo de la casa y muy especialmente de mi padre. “Acaba de llamar Raúl ( se refería a Raúl Leoni, el Presidente) para que te informáramos y te colocáramos en el primer avión a Caracas”.


Unos días antes me había llamado papá…” Estamos pensando en irnos para allá en los primeros días de Enero…tu mamá anda con unos presentimientos raros…creo que nos hace falta estar con ustedes”. Mi padre. Alejandro Oropeza Castillo.


La Venezuela de hoy sabe muy poco de él, tal vez lo conozcan por alguna comunidad que lleva su nombre. Y es una lástima. Porque hombres, venezolanos como él, son ejemplos de decencia, entrega por este país, lealtad y principios. No es que esté allí, en la historia democrática de Venezuela como servidor intachable en su rol sindical, o como creador de la CTV , o del Banco Obrero, o de la Corporación Venezolana de Fomento o tantas otras raíces de una economía y una labor social trascendente …no. Mas allá de todo eso, era una belleza de ser humano! Ya comenzaba a ser víctima de decepciones, de esas intrigas políticas de los miserables incapaces de competir noblemente en la vida. Le tenía horror a los aviones. Esa noche, contaba mamá, estaba recostado en su sillón de ver tv y ella dice que de repente se asustó porque lo vió muy quieto, él le había dicho que no quería volar ese día, el 28. Pero se había comprometido a llevar unos fondos a dueños que habían perdido sus mercados en un incendio en Boconó y no quería fallarles.


Así era él. “Si alguno llama a cancelar el viaje, no voy”.-había dicho. Pero ninguno llamó. Y él acudió a la cita implacable con su destino.


Estaba al frente de la Fundación para la Comunidad, después de ser separado de la Gobernación del Distrito Federal por conveniencias e intereses ajenos a su figura.


En ese tiempo no era fácil viajar de un momento a otro y menos con el corazón destrozado.


Todavía me cuesta aceptarlo, afortunadamente para mi alma, todavía lloro cuando lo recuerdo, cuando hablo con él, cuando lo escribo, porque significa que lo amo como lo amamos mi hermana Julieta y yo chiquitas, de seis y cinco años, y lo conocimos escondido en un rancho en la Charneca, luchando contra la dictadura de Juan Vicente Gómez.


Nos recibió en su vida y fue nuestra primera lección de amor y generosidad. Fuimos hijas de amor. Y eso es un regalo único que lo marca a uno en la vida. Papá era todo lo contrario a un chiste malo. Era un hombre inocente ante la vileza humana, ante lo retorcido de los enanos de espíritu. Era un hombre de clase…de hidalguía. Y de paz.


Mi padre…..Alejandro Oropeza Castillo.

1 comentario:

  1. Gracias, tía, por recordarnos siempre ese gran legado que nos dejó nuestro abuelo. AOC seguirá siendo siempre, para nosotros, un ejemplo impecable de la Venezuela GRANDE que todos queremos

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Gracias por tu Comentario.

ISA DOBLES