Lo de la chaqueta en Ciudad Bolívar y la bufanda, parece que tiene que ver con una droga que actúa como “quimio terapia”, según Lucio Quincio. Se puede creer o no porque en mundo de los rumores cabe todo. Pero yo no sé si usted que me lee siente lo mismo que yo…pero en estos momentos que el presidente saliente mienta o no, que las encuestas digan esto o lo otro, tienen un efecto esperanzador en mí: el renacimiento del espíritu de lucha y de triunfo es más fuerte que todo, aún más que mi columna y sus dolores. Porque catorce años no pasan en vano. Ni Venezuela se rinde. Y compartir esta emoción, este entusiasmo, y sobretodo, este reto, con la Venezuela que somos hoy, es una verdadera maravilla! Por supuesto que no podemos bajar la guardia en un triunfalismo tramposo. Pero después de tantos años de recibir “palo y palo” en sentimientos, sueños y principios, siento que hemos aprendido y hoy, a cincuenta días de nuestra responsabilidad más exigente como es el rescate de nuestro destino y Venezuela, somos otra cosa.
Podemos verlo en los emocionados que sin miedo, ponen el rostro abiertamente ante las cámaras de tv en los actos con Capriles Radonski, y también sentirlo en las confidencias espontáneas de gente que cuenta las humillaciones que vive y como espera el 7 de octubre para liberarse del despotismo. Y también en las concentraciones que llevan y traen cientos de autobuses que ya no enseñan el ardor de antes ni se calan el discurso igualmente soez y desesperado Todo ha incidido…el hartazgo…
Pero también la confianza que nos inyecta nuestro candidato refutando lo que parecía una maldición infinita trabajada obscuramente desde sótanos tenebrosos. Esto de acompañar con lo más fuerte de cada uno a ese hombre valiente, amable y cálido que se mete entre la gente en una “pielitis” única y desafiante desde donde uno este, e s estimulante y fortalece la energía colectiva con un toque mágico.
Las vulgaridades, las manipulaciones, las acusaciones vacías, los abusos, se escuchan, se viven, con sentido de “circunstancia”, de “intervalo”. Como cuando se pide un “time” en el terreno de béisbol. Somos mayoría. Y como mayoría tenemos que actuar. Lo que exige responsabilidad y comprensión.
Pero no evadir los en el momento de exigir derechos perdidos, porque estamos hoy como nunca protagonizando este momento y en la tarea cruenta de reconstruir esta tierra manoseada y querida, no podemos equivocarnos confundiendo hechos u olvidando deudas humanas, atropellos e injusticias.
Alertas pero animados. Que se nos vea en la cara pero también que se nos perciba en el alma. ¡Nos toca!
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ISA DOBLES