lunes, 3 de enero de 2011

Que el 2011 sea un año de libertad

Termina este año. Van a ser las seis de la tarde de este viernes que todavía tiene que vivir los cohetones que hacen llorar a los perros y revientan las sirenas de los carros, para unos sonidos de encuentro y alegrías y para otros de memorias dulces o amargas de quienes ya no pueden estar con nosotros. Para todos, momentos de ansiedad, de espectativa aunque estén sobrecargados de impotencia y dolor. Para Venezuela el 2010 ha sido un año duro, pero no podemos decir que otros desde que Hugo Chávez llegara al poder ha sido fácil. En lo absoluto. Ha sido un año de resistencia cruenta. Aunque no podamos desconocer que para este hombre enloquecido y voraz haya sido el mejor. Porque este país no le permite arrodillarnos, ni ha podido acabar con esa llama viva que es la cultura democrática que sigue siendo su camisa de fuerza. Hoy, a pesar de las leyes autoritarias, de la violación sistemática a la Constitución y sus leyes, Hugo Chávez ha perdido terreno, se ha desnudado ante la opinión internacional y los venezolanos frenan sus excesos y han perdido el miedo aquel que provocaba sólo una tanqueta o el rostro iracundo del “coco” que nos desvelaba cuando éramos niños. Mientras la opresión ganaba terreno, muere un demócrata. Carlos Andrés Pérez muere en Miami y finalmente se decide su regreso a Venezuela después de un polémico debate. Llegarán sus restos a enfrentar la barbarie que no garantiza que sean respetados. Tendrá que tener seguridad para que no pinten grafitis soeces o cargados de ese odio enfermizo que no respeta ni vida ni muerte. Algunos luchadores se han ido sin poder ver la democracia ajustar medidas y saldar cuentas, pero el tiempo y la verdad son implacables. Este horror no es Venezuela. En lo profundo de su alma, esta tierra llora su angustia, su desesperación ante el agravio constante, la humillación descarnada, la impotencia. Cada vez que esa imagen punzante, desequilibrada, arremete contra los venezolanos que se atreven a disentir de este militarismo sofocante, de esta enfermiza obsesión de poder, sentimos el ardor de la frustración, de la rabia, ese sentimiento que nos era desconocido y ahora se ha instalado en nuestras emociones , en nuestro espíritu. En días pasados, conversando con ese hombre respetado y querido que es el ex Presidente Ramón Velásquez, él me decía que esta degradación, este estilo de abusar del poder, esta intención perversa de dividir el pais, de utilizar las diferencias sociales para incentivar el odio, tenía su fin marcado. Porque esto no es Venezuela. Añadía con esa seguridad de quien augura sobre raiz segura que Venezuela siempre lucha por su libertad , se ahoga en la opresión. Y yo le creo. No sólo porque ha llevado en su pulso la vida misma de esta tierra sino porque conoce bien su alma atormentada. Para este 2011, hay que desear a todos un año de libertad… solo asi, libres, viene la felicidad. Y no este tormento silencioso que nos desgarra por dentro. Cuando luchamos intensamente por algo, estamos mas cerca. Adelante, pues!

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ISA DOBLES