lunes, 8 de noviembre de 2010

Elías Jaua no da para mucho

Hace algunos años, cuando trabajaba con mi compañero Raúl Vallejo en su radio, “Sintonía”, tuve de invitado al hoy vicepresidente Elías Jaua. Creo que ha sido uno de los programas más difíciles para mí porque desde que contestó la primera pregunta, tuve que aceptar que aquel muchacho no daba para mucho.
Torpe, inculto y angustiado, me pidió en el primer corte que lo excusara pero estaba verdadera y honestamente aterrado ante las llamadas y el teléfono. Y era verdad. No fue el primer caso ni iba a ser el último. Más que el micrófono y las llamadas, lo que lo tenía así era su desconocimiento absoluto de otra cosa que no fuera el espacio viciado de la adulancia y el servilismo con que se había llenado su mente.
Por supuesto que no tenía nada que ver con este que empuja periodistas y en su subordinación “gloriosa” es hoy Vicepresidente de Venezuela, o sea, que cada vez que viaja Hugo Chávez, que son bastantes, si algo sucediera, el país queda en sus manos. Después de José Vicente Rangel, que puede carecer de muchísimas cosas pero mantenía cierta estatura política, con llegada de Diosdado Cabello, ese cargo se minimizó.
Ya todos sabemos lo que pasó en el 2002 que costó trabajo encontrarlo. Uno entiende este desastre que sufrimos cuando vemos en quien y como se representa al gobierno. El nuevo Presidente del Metro es un ejemplo, y hay muchísimos en esta “rotación” paupérrima de talento, capacidad y principios. Aquí el “cambalache” es un estilo. Los modelajes chavistas hablan de esa tragedia que es para los venezolanos esta mediocridad, esta barbarie que quiere entronizarse en sus destinos.
¿Cómo se va a detener este horror? En enero, y eso si de aquí a allá no han sucedido ciertas cosas que con la perversa y enfermiza personalidad del “Comandante” no son nunca descabelladas sino órdenes, 67 venezolanos se enfrentarán no a otros tantos mas lacayos de Miraflores, sino contra el mismo poder y el mismo hombre.
Si los venezolanos que los llevamos allí que somos hoy la mayoría, no estamos listos para apoyarlos y defenderlos, nada habrá cambiado. Ni podrá cambiar. No fue sólo el momento de decidir sobre la computadora nuestra elección democrática. Allí comenzaba el compromiso. Desde allí, no podremos nunca más ser indiferentes. Temerosos. Titubeantes. Con Hugo Chávez comenzó esta etapa dolorosa y siniestra que nos ha hecho llorar lágrimas amargas de rabia, impotencia y crueldad. Pero también la lección más dura jamás aprendida. Y es que ser venezolano no es nada mas una tierra bendita con recursos, bellezas y gente buena. Es que es nuestra, la única patria que tenemos y no podemos cerrar los ojos a sus necesidades y dolores, que en la balanza de cada venezolano que la quiere, que la ama, derechos y deberes nos enriquecen en el ejercicio de su propia existencia. Que sobre su tierra generosa sobran huellas de honor para rechazar las botas y las armas que la violan. Como repetía el Libertador, “la libertad civil es la verdadera libertad”.

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ISA DOBLES